Solo los demasiado niños o los desmemoriados carecen de recuerdos. En el primer caso, el tiempo pondrá las cosas en su lugar. En el segundo, es una pena, y hay algunas enfermedades que se ensañan con nuestro pasado. Porque la memoria es uno de nuestros tesoros. No una memoria enciclopédica, de quien puede recordar todos los nombres, lugares, sabores y fechas. Más bien esa otra memoria selectiva, subjetiva, que es riqueza y equipaje. Esa memoria cargada de afecto y pasión, que nos configura. Recordar es ser fiel «Que se me pegue la lengua al paladar si me olvidara yo de ti» (Sal 136) Hay quien olvida rápido, a los amigos, a la familia, a las personas
«Si te he visto, […]